Decisiones imprudentes
Una vez, cuando era joven, conduje demasiado rápido tratando de seguir a mi amigo después de la escuela. Llovía mucho y era difícil seguirlo. De repente, ¡el limpiaparabrisas de mi auto quitó el agua y apareció el sedán de mi amigo detenido frente a mí! Apreté los frenos, el auto patinó y golpeó contra un árbol. Quedó destruido. Más tarde, desperté en una sala del hospital local. Aunque, por la gracia de Dios, sobreviví, mi desenfreno demostró ser muy costoso.
Atraídos por la catástrofe
En 1717, una tormenta devastadora azotó durante días el norte de Europa, provocando grandes inundaciones. Murieron miles de personas. La historia revela una respuesta interesante y usual (para esa época) de las autoridades de la ciudad holandesa de Groningen, al convocar a un «día de oración» frente a la catástrofe. Un historiador registra que los ciudadanos se reunieron en iglesias y «escucharon sermones, cantaron salmos y oraron durante horas».
¡Qué gran hallazgo!
Mientras Jennifer buceaba, le llamó la atención una botellita en el fondo de un río. Entonces, recogió lo que describe como «un hallazgo único en la vida». ¡La botella tenía un mensaje escrito por un jovencito en 1926! Pedía que cualquiera que lo descubriera, se lo devolviera. Jennifer usó Facebook para localizar a un agradecido miembro de la familia del hombre, fallecido en 1995. El descubrimiento trajo gozo a Jennifer y a la familia del hombre.
¿Cómo está?
Carla estaba muriendo y lo sabía. Mientras yacía en su cama en el hospital, su cirujano con un grupo de médicos residentes jóvenes entraron a la habitación. Durante unos minutos, el doctor, ignorando a Carla, describió al grupo su condición terminal. Finalmente, se dirigió a ella y preguntó: «¿Cómo está?». Carla sonrió y les habló con ternura sobre su esperanza y paz en Jesús.